En esta práctica hablaremos del estrés infantil, de todo lo que hemos visto en clase sobre este tema.
Desde la perspectiva de los adultos tendemos a ver el mundo infantil como uno despreocupado, sin problemas, olvidándonos de que nosotros una vez también fuimos niños/as y también teniamos preocupaciones. El adulto tiende a pensar que el niño/a no puede sufrir estrés, ya que no tiene que pagar facturas, ni trabajar, ni tiene que preocuparse por cosas realmente serias (desde su punto de vista). Pero la realidad es totalmente diferente, ya que no hemos de olvidar que los infantes también son seres humanos, y cada ser humano tiene problemas y preocupaciones, y quizás lo que para ti sea un problema ínfimo, para otra persona puede ser algo mucho mayor, no podemos ni debemos caer en la tentación de comparar nuestros problemas con los de los otros, ni mucho menos con los problemas que puedan tener los niños/as. Esta indiferencia hacia las dificultades y preocupaciones de los niños/as provoca en ellos situaciones de incremento del estrés.
¿Por qué los niños/as pueden padecer estrés?
La principal causa de estrés infantil es el tiempo, el exceso de intento de productividad hacia nuestros alunnos provoca en ellos una carga de estrés que afecta a su felicidad. Cada vez encontramos a los niños con más tareas extraescolares que merman su energía y limitan su tiempo de juego y relajación, aspectos claves para la felicidad de cualquier persona ya sea adulta o niño/a.
Por otro lado, estos ambientes cargados de actividades extraescolares suelen tener además unas expectativas demasiado altas para la realidad del individuo, provocando en él aún una mayor carga de estrés por la presión que supone.
Por si fuera poco el adulto, tiende como he comentado anteriormente, a pensar que todos estos problemas no son reales, que no tienen el valor que el niño/a le está dando, infravalorando dichas preocupaciones, incluso haciendo sentir mal al propio niño/a.
Otras fuentes de estrés en el niño/a pueden ser los problemas que tenga en el hogar, como situaciones de pelea entre los padres donde usen al niño/a en su beneficio; la visión de imágenes traumáticas por televisión o el escuchar hablar de desastres naturales o de otros problemas (dependiendo de su sensibilidad) sin que se le expliquen, debido a su desconocimiento tienden a pensar que es mucho peor de lo que quizás es en principio (lo más recomendado es evitar que los niños a edades tan tempranas visualicen estas noticias o imágenes); por último, factores agravantes como una enfermedad o la muerte de un ser querido pueden ser una fuente muy grande de estrés en nuestros alumnos/as y se debe trabajar en el aula para evitar que esto vaya a más.
Cuando la situación que provoca el estrés es algo que no podemos modificar como la pérdida de un ser querido, una enfermedad lo más importante es mostrar apego hacia el niño/a y tratar de trabajar en clase para evitar que esto se incremente con el paso del tiempo, pero sobretodo lo más importante es ser paciente. Cuando la causa de estrés son factores externos al alumno como el exceso de actividades extraescolares o las peleas en casa (esto se sabe porque los niños en Educación Infantil tienden a contar sus problemas), se debería hablar con las familias y proponerles una solución.
El estrés infantil puede provocar:
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Problemas para dormir.
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Cambios en el apetito.
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Bajo rendimiento escolar.
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Cansancio o fatiga.
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Apatía, pasividad.
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Problemas para relacionarse con los demás.
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Irritabilidad.
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Tristeza.
Todos estos problemas podemos detectarlos en el aula y una vez los reconozcamos y veamos que no son algo casual, que son un continuo, trabajar para ver cual es el origen de los mismos y tratar de ponerle solución dentro de las medidas que dispongamos.